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Un día de las madres diferente

Mientras muchos esperan con ansias este día para agradecerle a su mamá todo lo que ha hecho por ellos, a otros nos gustaría que este día desapareciera y pasara como cualquier otro.



Cuando pierdes a tu mamá, el día de las madres cambia por completo, deja de ser un día de celebración y pasa a ser un día que te gustaría olvidar o saltarte. Pero si algo he aprendido en estos dos años de no tener a mi mamá físicamente, es que la vida sigue y no le importa si tu estas listo o no.



La vida sigue


Si has perdido a alguien, entenderás que a veces el dolor es tan inmenso que nada más importa.

Ayer festejé con mis hermanos y mi papá el día de las madres yendo al lugar favorito de mi mamá, en el cuál tenemos plantado un árbol en su honor. Salimos desde temprano para pasar al mercado por flores y llevarlas al árbol. Cuando estábamos caminando para dejarlas, mi hermano me comentó algo tan lógico pero que no había hecho consiente en estos dos años: "la vida sigue". Y sí, claro que la vida sigue.


Es ilógico pensar que la vida va a parar o el día de las madres va a desaparecer por el dolor que sientes. Pero justo ahí esta el chiste, ¡el duelo es ilógico! Cuando estas sufriendo, cuando sientes ganas de llorar y derrumbarte, la lógica no existe, no importa qué pase a tu alrededor, el dolor es tan grande que tu vida se pone en pausa sin siquiera preguntarte.



Las pausas no planeadas


Los primeros 6 meses después de perder a mi mamá, mi vida se pausó, mi dolor era tan intenso que deje todos mis sueños y planes a un lado. Claro que la vida seguía, pero parecía que los días pasaban, las pláticas sucedían y yo solamente estaba ahí parada viendo todo como si fuera una película, como si todo a mi alrededor fuera la vida de alguien más y yo solo un observador pasando.


Me costó mucho salir de esa pausa, tanto que no lo pude hacer yo sola; fue hasta mi punto de quiebre, en el cual el dolor arrasó, se apodero de mi, de mi esencia y de quién era que una persona tuvo la valentía de ponerle un fin.

Esa persona me saco de todo; pero no de la forma linda que muchos creen. Me hizo ver la realidad, ver que no estaba presente, que me había perdido por completo. Gracias a él, pude ver las cosas más claras, logré encontrar la ayuda que tanto necesitaba y seguir adelante, seguir con mi vida, porque como dije: "la vida no para" y las pausas no pueden ser para siempre.


El poder de los rituales


“Cuando la persona ya no esta físicamente, solo queda recordarla y tenerla en tu corazón”

Con ayuda de una psicóloga y mucho esfuerzo de mi, poco a poco fui sanando las heridas, fui encontrando mi camino de bienestar y moviéndome con ese amor que mi mamá me tuvo en vida. Año y medio después de todo el quiebre, al fin he logrado seguir adelante y recordar a mi mamá con mucho amor.


Cómo decía Paola Renero, la tanatologa que dio un en vivo conmigo hace unos días, crear rituales nos ayuda a recordar ese amor inmenso y honrar a esa persona que perdimos. Eso es justo lo que me ha ayudado a sobrevivir (y en ocasiones disfrutar) las fechas importantes, como el día de las madres.



Mi día de las madres diferente


El día de ayer mi papá nos organizo a mi y a mis hermanos para despertar temprano, ir al mercado por flores y empezar nuestro pequeño ritual del día de las madres. No fue una mañana fácil (las de fechas especiales nunca lo son), todos estábamos con las emociones a flor de piel, explotando con la más mínima provocación. Poco a poco logramos calmarnos para salir y comer en el lugar favorito de mi mamá. Parecía un domingo como cualquier otro, pero en el fondo todos sabíamos que no lo era.


Terminamos de comer y llegó el momento de ir a dejar las flores. Salimos de la casa, caminando por la tierra mojada por la lluvia, rodeados de árboles inmensos hasta llegar al pequeño árbol que ahora simboliza a mi mamá. Nos juntamos alrededor un poco inseguros e inquietos, mi hermano hizo un pequeño hoyo y yo puse las flores en el mientras lo llenábamos de tierra para dejar las flores. Terminamos, las observamos unos minutos y nos regresamos platicando, riendo y tonteando. Nadie dijo nada en específico, pero todos sabíamos que esa era nuestra celebración del día de las madres.


“Encuentra la felicidad en las pequeñas cosas”

A diferencia de lo que muchos piensen, el irle a dejar las flores a mi mamá es todo menos un momento triste. Es un rato de estar con mis hermanos y mi papá, de recordar a mi mamá con mucho amor y cariño y unirnos más como la nueva familia que somos.

Siempre me gusta pensar en qué opinaría mi mamá si pudiera ver esta escena y se que estaría encantada y feliz de vernos juntos en el lugar que tanto amaba.


Si tu día de las madres tiene que ser diferente como el mio, ¡disfrútalo! Se que no es fácil, pero encuentra esos 5 minutos de risas, esa pequeña sonrisa que sale cuando recuerdas a a tu mamá. No hay nada que podamos hacer para cambiar nuestra realidad, pero si podemos aprender a encontrar la felicidad en las pequeñas cosas (incluso en los momentos más difíciles).

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